7 de febrero
Mariannenstraße
Kreuzberg
Julia me esperaba hambrienta; le pedí disculpas por mi retraso, eran cerca de las tres de la tarde cuando llegué. Su casa fue un remanso, había calor de hogar y un plato de fideos con crema y champiñones aguardándome. El vidrio de la cocina estaba empañado, afuera hacía muchísimo frío. Sentí como si hubiese llegado a la casa de una amiga después de un largo día.
Me habló de Leipzig, de Berlín y de su amor por Buenos Aires. Si bien el relato acerca de sus pasos por Alemania no me quedó tan claro, comprendí la razón detrás de su trabajo. Su abuelo Rafael, un trabajador y militante del partido comunista, había hecho un viaje a la DDR –sigla, en alemán, de la República Democrática Alemana– en los años 70. Parte de la obra artística de Julia tomaba como punto de partida la experiencia de su abuelo y su mirada sobre el comunismo.
Ya no había luz natural cuando pasamos de la cocina a su taller, que era tan acogedor como la cocina en la que habíamos estado minutos antes. La calefacción a carbón ocupaba un lugar importante en la habitación. El Kohle nos llevó a hablar de la guerra. En Berlín todo está cambiando, pero la presencia del carbón siempre me transporta al pasado. En medio de la charla, Julia me contó que había encontrado un papel o ticket de los años 40 en un ropero. “¿Qué habrán visto estas paredes?” –dijo, mientras tomábamos té de forma continuada.
7 Februar
Mariannenstraße
Kreuzberg
Julia war schon hungrig. Ich bat sie um Entschuldigung für meine Verspätung. Ich kam erst um drei Uhr nachmittags an. Ihr Haus war ein ruhiger Ort, der Wärme ausstrahlte. Ein Teller Nudeln mit Sahne und Champignons wartete auf mich. Die Fenster in der Küche waren beschlagen, draußen war es eiskalt. Ich fühlte mich, als wäre ich nach einem langen Tag bei einer Freundin eingekehrt.
Sie erzählte von Leipzig und Berlin, und von ihrer Liebe zu Buenos Aires. Obwohl ich die Geschichte von den Stationen ihres Aufenthalts in Deutschland nicht ganz verstand, wurde mir der Hintergrund ihrer Arbeit klar: Ihr Großvater Rafael, Arbeiter und überzeugtes Mitglied der Kommunistischen Partei, hatte in den siebziger Jahren eine Reise in die DDR unternommen. Für einen Teil ihrer künstlerischen Arbeit hatte Julia die Erlebnisse ihres Großvaters und seine Auffassung über den Kommunismus als Ausgangspunkt gewählt.
Als wir aus der Küche in ihre Werkstatt gingen, war das Tageslicht schon verschwunden. Dieser Arbeitsplatz war so gemütlich wie die Küche, in der wir Minuten zuvor gewesen waren. Der mit Kohle beheizte Ofen nahm einen beträchtlichen Platz im Zimmer ein. Die Kohle brachte unser Gespräch auf das Thema Krieg. In Berlin ist alles im Wandel, aber die Kohle in dieser Stadt führt mich immer in die Vergangenheit. Mitten in der Unterhaltung erzählte mir Julia, dass sie im Kleiderschrank ein Ticket aus den vierziger Jahren gefunden habe. „Was mögen diese Wände gesehen haben?“, fragte sie, während wir eine Tasse Tee nach der anderen tranken.
Übersetzung. Uwe Schoor.

Entrevista
Artista Visual
Universität der Künste Berlin
Avellaneda – Berlín
JP: ¿Qué viniste a buscar a Alemania y qué es importante para vos de este viaje?
J: Berlín es la ciudad más occidental que tuvo una experiencia socialista, la parte cercana para palpar lo que quedó de esa experiencia. Vine tras los pasos de mi abuelo que había estado en estas ciudades. A través de su misma cámara, pude verlas un poco como él las había visto, mirar por el mismo lente lo que él vio y, a través de él, ver los cambios, los árboles más altos o los edificios que ya no estaban.
Cuando hablás de trabajador en Argentina, por ejemplo, creo que todos sabemos lo que es un trabajador… somos todos trabajadores. Pero acá esa idea es distinta: un trabajador es el tipo que te arregla el baño y un artista no es un trabajador, no es un Arbeiter. Volver a definir eso, hablar mil veces de qué es el peronismo o explicar qué pasa con las Islas Malvinas. Hay un montón de ideas que en el país propio no hay que explicar, todos tenemos más o menos el mismo imaginario colectivo; pero acá se desarma completamente, tengo que repensar cosas en las que nunca había pensado porque no había necesitado hacerlo.

JP: ¿Cómo se ve Argentina desde Alemania?
J: Se ve muy linda… y se extraña. Se ve lejos, también.
JP: ¿Notás algún cambio significativo con relación a tu vida, a tu carrera o a tu personalidad?
Cuando vivo en Alemania, Julia baja… empiezo a hablar más bajo, no abrazo tan fuerte a todo el mundo y tomo más distancia, no saludo a todo el mundo con un beso. Bajo la energía, sale naturalmente porque son las reglas del juego, y sí, hay que bajar un cambio.
Es la mirada y no tener miedo de encontrarse con el otro en la calle.
A mí siempre me costó el tema del saludo, no saber cómo saludar, porque aparentemente existen distintos saludos para distintas situaciones y nunca sé muy bien cómo hacerlo.
JP: ¿Hay algo que te haya marcado hasta el momento?, ¿algo que consideres un hito dentro de la estadía?
J: Uno de los proyectos que trabajé tiene que ver con un museo que cerró en 1991, después de la Reunificación. La que fue su directora continúa viviendo en Leipzig y busqué incansablemente conocerla. En el 2008, cuando intenté contactarla, ella le respondió –con una mezcla de asombro e indignación– a nuestra intermediaria del Museo de Historia: ¡No saben en Argentina que el muro se cayó en el 89! Después de un tiempo volví a intentar contactarla por diferentes medios hasta que ella me envió una carta sin remitente, donde decía que no estaba lista para hablar de esa historia, que era muy crítica con muchas de las cosas que pasaron durante la DDR, pero que también tenía muy buenos recuerdos. Me aclaró que no quería ser parte de ninguna interpretación, de ningún trabajo artístico que tuviera que ver con ese período… y terminó firmando algo como: con esperanza en la vida. Esta mujer, cuando cae el muro, estaba en la plenitud de su carrera, tendría cincuenta y pico de años. No estaba en el Stasi (o Staatssicherheitsdienst) [Servicio de Seguridad del Estado] era la directora de un museo. Para mi familia el comunismo siempre fue el ideal, la panacea… Claramente no lo era. Pero pienso en lo drástico que fue el cambio a otro sistema, en qué pasó con toda la gente que vivió ese proceso.
JP: ¿Cómo te imaginás tu futuro? Expectativas, sueños, miedos, esperanzas.
J: Poder ir y venir cómodamente, y trabajar tranquila.
JP: ¿Te quedarías en Alemania definitivamente, como plan de vida?
J: Mi trabajo tiene mucho que ver con el contexto político-histórico en el que estoy y es un intento de crear espacios para pensar el presente. Y me hago muchas preguntas: estoy acá en Alemania y me meto con la historia de los alemanes, pero ¿qué es lo que me mueve más? y ¿dónde están mis necesidades importantes de decir, de conocer? Por eso sí quiero seguir trabajando en Argentina.
Interview
Bildende Künstlerin
Universität der Künste Berlin
Avellaneda (Großraum Buenos Aires) – Berlin
JP: Was hast du dir vorgestellt, was du in Deutschland finden würdest, was ist das Wichtige für dich an dieser Reise?
J: Vom Westen gesehen, ist Berlin die nächstgelegene Stadt, welche die historische Erfahrung des Sozialismus gemacht hat, ein Ort, an dem man spüren kann, was von dieser Erfahrung geblieben ist. Ich kam auf den Spuren meines Großvaters hierher, der in diesen Städten gewesen ist. Mit der Kamera, die einmal seine war, konnte ich sie ein wenig so sehen, wie er sie damals gesehen hat, durch dieselbe Linse das wahrnehmen, was er sah, und auf dem Umweg über ihn auch das registrieren, was sich verändert hat: Bäume, die nun viel höher, und Gebäude, die nicht mehr da sind.
Wenn man in Argentinien zum Beispiel von einem Arbeiter spricht, dann weiß jeder, was gemeint ist… Wir sind alle Arbeiter. Aber hier hat man dazu eine andere Auffassung: Ein Arbeiter ist der Typ, der die Toilette repariert, ein Künstler ist kein Arbeiter. Das wieder und wieder zu definieren, tausendmal davon sprechen, was der Peronismus ist oder erklären, was es mit den Malvinas auf sich hat. Es gibt einen Haufen von Ideen, die man im eigenen Land nicht zu erklären braucht, wir alle haben ungefähr dieselbe Vorstellungswelt – aber hier fällt das völlig auseinander, ich muss Dinge neu durchdenken, an die ich nie gedacht habe, weil keine Notwendigkeit dazu bestand.
JP: Wie sieht man Argentinien von Deutschland aus?
J: Es sieht sehr schön aus… und man vermisst es. Weit weg, das auch.
JP: Bemerkst du irgendeine bedeutende Veränderung in Bezug auf dein Leben, dein Studium oder dich als Person?
J: Wenn sie in Deutschland lebt, wird Julia ein bisschen ruhiger. Ich fange an, leiser zu sprechen, ich umarme nicht mehr alle Leute so fest, ich halte größeren Abstand, ich begrüße nicht mehr alle mit einem Kuss. Ich muss die Energie drosseln, das ist ganz natürlich, denn das sind die Spielregeln, man muss einfach einen Gang herunterschalten.
Auch der Blick ändert sich, man hat keine Angst, dem anderen auf der Straße zu begegnen.
Das Thema Begrüßung war immer schwierig für mich, nicht zu wissen, wie man grüßen soll, denn anscheinend gibt es verschiedene Arten zu grüßen, dem Anlass entsprechend, und ich weiß nie, wie es gerade richtig ist.
JP: Gibt es etwas, das dich bis zum heutigen Tag geprägt hat, etwas wie einen Meilenstein deines Aufenthalts?
J: Eines der Projekte, an denen ich gearbeitet habe, hat mit einem Museum zu tun, das 1991 geschlossen wurde, nach der Wiedervereinigung. Seine ehemalige Leiterin lebt in Leipzig, und ich versuchte unermüdlich, sie kennenzulernen. Als ich im Jahre 2008 Kontakt zu ihr aufnehmen wollte, antwortete sie einer Mitarbeiterin des Historischen Museums, die in der Angelegenheit vermittelte, in einer Mischung aus Erstaunen und Empörung: Weiß man in Argentinien nicht, dass die Mauer 89 gefallen ist?! Einige Zeit später versuchte ich es erneut, auf verschiedene Weisen, bis sie mir einen Brief ohne Absender schickte, in dem sie schrieb, sie sei noch nicht bereit, über diese Geschichte zu sprechen. Sie sei sehr kritisch gegenüber vielen Dingen, die in der DDR passiert waren, aber sie habe auch sehr gute Erinnerungen. Sie erklärte mir, dass sie keinesfalls an einer Interpretation oder künstlerischen Arbeit teilnehmen wollte, die mit dieser Zeit zu tun hätte… Sie schloss den Brief mit den Worten Mit Hoffnung auf das Leben oder etwas in der Art. Diese Frau war, als die Mauer fiel, auf dem Höhepunkt ihrer Karriere, sie war vielleicht etwas über 50. Sie hatte nicht für die Stasi gearbeitet, sie war Leiterin eines Museums. Für meine Familie war der Kommunismus immer ein Ideal, das Allheilmittel… Er war es offensichtlich nicht. Aber ich denke an den drastischen Wechsel von einem System zum anderen, daran, was aus all den Menschen geworden ist, die diesen Prozess erlebten.
JP: Wie stellst du dir deine Zukunft vor? Was sind deine Erwartungen, Träume, Ängste, Hoffnungen?
J: Bequem hin und her reisen können, und ruhig arbeiten.
JP: Würdest du endgültig in Deutschland bleiben, als Lebensentscheidung?
J: Meine Arbeit hat viel mit dem politisch-historischen Kontext zu tun, in dem ich mich befinde, und sie ist ein Versuch, Räume zu schaffen, in denen man über die Gegenwart nachdenken kann. Und ich stelle mir viele Fragen: Ich bin hier in Deutschland und setze mich mit der Geschichte der Deutschen auseinander. Aber was treibt mich mehr an, und wo ist mein Bedürfnis, etwas zu sagen, etwas zu erforschen, stärker? Deshalb möchte ich doch weiter in Argentinien arbeiten.
Übersetzung. Uwe Schoor.
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