Apuntes

Sobre “Ressemblance”, Jime P.

Apuntes para una lectura ansiosa y de un tirón…

*Fina cartografía para un destino*

comprender al otro no es entender qué siente, sino hacerse cargo de la perspectiva desde la que concibe el mundo. Y actuar en consecuencia.” (Desmonte, Gabriela Massuh, Adriana Hidalgo editora, novela, 2015)

Lo primero que hice fue buscar el título de esta hermosura. Y me encontré con sus sinónimos, su traducción: “Semejanza, Similitud, Parecido”. 

Los trazos en el papel son un encuentro con el pasado, siempre con el pasado, porque el acto de la escritura es pasado puro, es ese falso impulso por encriptar algunos pasados. En este caso, un pasado compartido. Para quien conoce la grafía de alguien, el recuerdo –por supuesto- es mucho más encarnecido. Y el reencuentro con las palabras de ese otro y con el espejo de ese tiempo pasado compartido es sublime, y completamente aterrador. Porque la letra, cuando llega así, acompañado de sus trazos primigenios, repercuten y se encuentra con lo propio y con el tiempo, con los otros y con el tiempo de los otros. Y el terror o las lágrimas –o ambos- es la coincidencia de todos esos tiempos, y, sobre todo, con ese tiempo que no están en ningún lado y en ningún registro: el tiempo que pasó. 

He podido encontrar en estas páginas un ánimo, un deseo, una presencia etérea, un acercamiento profundo: la cartografía de un destino.

#“¿cómo imaginás tu futuro?”, dice el primer papel… Y uno comienza a descubrir la voz de los otros que son los “guías”, que como conductores imaginarios van dictando las preguntas que se hace uno mismo: la riqueza del otro como experiencia, de ese impostado y silencioso destino que vive en/con/por los otros, de esos otros que arriesgan claves para entender el mundo propio. Eso es lo que leo en estos textos…

Mapas sobre mapas, mapas con escritos y flechas; indicaciones: es el tiempo en capas de espacio, amontonados, uno sobre otro, como si los espacios se pudieran superponer y esa imagen difusa, mezquina, imbricada y construida a partir de capas esmeriladas fueran esa realidad que no se puede asir, que no se puede ver ni tampoco ser; un grumo preso en una esfera de cristal… lejana…

Cómo viajan las ideas…”

Los caminos de una tarjeta postal son: “nostalgia, pasión y dolor”…

El ticket de los años ‘40 en un ropero: “¿qué habrán visto esa paredes?” Hay una predominancia de lo material y una delicada abundancia de lo concreto (la leña, el tícket, el bosque, las galletas de la fortuna, el Báltico, las vidrieras, los caminos, el té, las paredes, las fotografías, las cajas apiladas, los dibujos, la nieve, los trenes, las dos bufandas, los edificios, Lobeda, los mapas, las estatuas…), lo concreto que es necesario para recordar o intentar reflejar lo inasible: el tiempo y su esquiva memoria.

Todo ahora, nada más tarde”: esa gran síntesis de la mentira, del tiempo, del pensamiento. 

¿Cuál es el horror a comprender? ¿Qué es lo que ocurría en esa plaza de Weimar?

Diferentes versiones de mí…” 

El error es pasar y no estar alerta. Nunca dejar de estar alerta: ¡estar alerta del “otro”!

La Oma. La abuela que escapa del nazismo. El encuentro con tu abuela.

Los silencios como una gramática del viaje… Hay elipsis, dudas, pausas, que son el signo de esa búsqueda, de esos momentos que no pueden tener palabras porque son eso: búsqueda. Quizá la imagen (las fotos, los trazos, los mapas, la letra), quizá el tiempo, puedan poner nombre a esos silencios. Quizás no. Nunca. NO.

¿Creés en algo?, te dicen…

Y yo, leyendo, apuntando esta lectura respondo con esto: creés en la búsqueda, y eso no es poco… no es poco tránsito del ser…

Creer en fragmentos, encontrarlos buscando una totalidad que es inexistente, que es retórica del pasado; quizá nuestros momentos son o sean eso: instantes, fragmentos, y está buenísimo que sea así; descentrar la idea de totalidad para poder quedarnos con esos relámpagos (las postales, las fotos, los rostros…) y poder construir una memoria parcelada, intangible, “instamática…” 

Y la “trinchera del arte es eso”: una fragmento de lo no real, una figuración de lo real.

El jardín de las delicias: quizá estamos buscando ese falso edén, ese encuentro con “la totalidad” con el Destino con mayúsculas, con las imposiciones de la razón, con esas maquinarias que las instituciones han construido para nosotros… ¿y si el instante, ese momento full del presente deba ser el destino? ¿Y si el destino son haces de destinos? Prismatizar el devenir podría ser una mirada posible, hacer como si esos universos paralelos de Dark fueron esos instantes… ¿no? Dark, tan alemán y tan universal…  +

Por Alejandro Llanes.